Shadowmatic, el juego de las sombras chinescas.

Sin otra herramienta más que la imaginación aparecen a menudo figuras escondidas en grupos de nubes, siluetas creadas por un árbol tras la ventana dignas de una película de terror junto a una ventisca, formas de dibujos de comic que esconden muros de piedra al jugar con las luces, etc. Si puedes crear una figura en barro y ver que su sombra se deforma ¿por qué no creas una figura irreal para que su sombra sea la de la figura que deseas? Eso es lo que nos propone Triada Studio Games con su juego Shadowmatic, donde los objetos son rotados tridimensionalmente con el fin de crear «sombras chinescas».




Entretenido, estimulante y adictivo es este juego donde conseguir determinadas siluetas es todo un reto. Lo podrás descargar en Play Store y en iTunes en versión gratuita (lite) para los primeros niveles y a un reducido precio el juego completo con más de 100 niveles.

El arte horrible o traje nuevo del emperador.

 

Ilustración de Vilhelm Pedersen (1820 – 1859), el primer ilustrador de Andersen. (Ref.Wikipedia)

Hay duros momentos en los cuales veo obras de pretendidos artistas y observo amigos alrededor que sufren por un dilema: ¿deben explicar que sus obras carecen de valores artísticos o es preferible dejar pensar al artista que se ha encumbrado en la gloria? Entonces recuerdo el cuento de Hans Christian Andersen, «El traje nuevo del Emperador» o cuento del rey desnudo, y saco la conclusión de que no hay más necio que el que no quiere saber la verdad. ¿Qué postura toma el emperador? Él nunca se rebajaría a escuchar a sus fieles seguidores, su sangre azul le hace superior.

¿Entonces, qué valores debe tener una obra de arte para ser aceptada? Aunque nos duela, debe ser válida para todo el público, el entendido y el profano. Debe tener ritmo, composición, dinamismo, matices, volumen, profundidad, originalidad, ser novedosa en alguno de sus aspectos, tener un acertado uso de códigos, ser narrativa, tener un mensaje que provoque empatía, etc; en resumidas cuentas, hacer una obra sin valores es un discurso de necios que bien vale una corona de bisutería.

* Esta entrada carece de discurso político (imagen tomada de google, buscando los términos «rey desnudo»).