Parecidos más que razonables

Recuerdo con humor la estrategia electoral absurda, a la par que eficaz, protagonizada por Eddie Murphy en la película «The Distinguished Gentleman», Su disntinguida señoría; donde interpretaba a un estafador que se mete en política para ganar dinero, aprovechando todos los vacíos legales. Lo mejor, el lema: «Vote Jeff Johnson: The Name You Know».  Así mismo debió de ser aplicada -esto es una conjetura humorística- por George Bush padre e hijo en EE.UU. y más de uno creería estar votando al mismo: «Vota George Bush, el nombre que ya conoces».




la_dobleEn España todavía hay algunas cosas que no alcanzo a entender. Yo seguía el telediario de televisión española en La 1 en su edición nocturna. De repente, desaparece una estupenda presentadora y aparece una periodista asturiana muy profesional a la par que desconocida por los televidentes. A los pocos meses; tal vez seis, ya era oficial su noviazgo con el por aquel príncipe de Asturias. Acto seguido, protagonistas de anuncios de televisión y azafatas de programas guardaban un parecido más que razonable con esta mujer. ¡Teníamos Letizia «hasta en la leche»!

A la izquierda, vemos una foto de una  simpática azafata de loterías del estado, que anuncia por la noche los resultados, y curiosamente guarda un parecido más que razonable con la reina consorte española. ¿Necesita la Casa Real publicidad extra? ¿Podrían los ciudadanos pensar que esta muchacha ha sido elegida por «dedocracia»? En el supuesto caso de que así fuera, ¿serían este tipo de decisiones las acertadas, o por el contrario haría un flaco favor tan renombrada institución? ¡Qué curioso!  Ahora que tenemos nuevo rey las barbas están más de moda que nunca; a su vez, aparecen fichajes caros en un deporte de masas que reemplaza espectáculos circenses, y sus peinados y formas de vestir pasan a ser tendencia, aunque sean ridículas y extravagantes.

¿Somos víctimas de lo que vemos? ¿Porqué las personas con menor poder adquisitivo intentan imitar las tendencias de los más adinerados? Sin extender mi razonamiento, y a fin de ser lo más respetuoso con quien no comparta mi parecer, considero que determinados tipos de estrategias publicitarias tendrán menos aceptación en personas cuyo rango de sentido común sea más elevado.